Compartimos aquí la cobertura del Instituto Nacional de Tecnología Industrial de la Argentina sobre el Simposio "Tecnología para la Inclusión Social en América Latina. Desafíos políticos y conceptuales" desarrollado en el marco de las VIII Jornadas ESOCITE 2010: |
TECNOLOGÍA SOCIAL |
Un debate en ambos lados del Atlántico Latinoamérica: de corazones rojos y mentes grises Renato Dagnino (UNICAMP, Brasil) y Hernán Thomas (Universidad de Quilmes) plantearon la importancia de enfrentarse a las corporaciones y construir nuevas relaciones que permitan la emergencia de nuevos actores sociales de cambio. En el marco de las VIII Jornadas Latinoamericanas ESOCITE 2010, llevadas a cabo por la Universidad de Quilmes en las instalaciones de la Universidad Tecnológica Nacional y con el respaldo de decenas de organizaciones sociales y otras universidades, se llevó a cabo el simposio “Tecnología para la inclusión social en América Latina. Desafíos políticos y conceptuales”, conducido por Renato Dagnino (UNICAMP, Brasil) y Hernán Thomas (Universidad de Quilmes). “Las empresas no se interesan por la innovación porque no es negocio” nos oponemos a la tecnología convencional, que es de y para las empresas, y enarbolamos la tecnología social, que es para la inclusión”. Para darle todavía más énfasis a estas necesidades, deslizó filosamente: “Aunque su concepto sea absurdo, el propio uso de lo que ellos creen que es ‘tecnología social’ implica reconocer implícitamente que su tecnología no es social, que genera toda clase de efectos negativos”.La nutrida conferencia comenzó con la disertación de Dagnino, quien explicó que el principal desafío y punto de interrogación para trabajos futuros es plantearse de qué manera puede el trabajo de investigación en ciencia y tecnología acercarse a la realidad latinoamericana, y en ese sentido, el camino es mediante la tecnología social. Sin embargo, empezar a hablar de este concepto no es sencillo: “Es un significante que se usa para designar distintos significados, y además, el discurso conservador se apropió de esta idea. Nosotros Una nueva tecnología necesita nuevos actores: la propuesta de Dagnino es dejar de lado a las corporaciones pero también a la idea de que desde las universidades los “jóvenes de corazones rojos” se haga conocimiento y tecnología que después se entregue o se difunda, sino que debe ser creado a la par con los grupos excluidos. “El problema es que muchos de los jóvenes que tienen el corazón rojo tienen la mente gris”, aseguró. Según él, hay un mito que debe derribarse: la creencia de que el conocimiento sólo puede pasar por la empresa y que no hay otro agente económico productivo que sea capaz de usar ese conocimiento para hacer productos buenos. “Lo deshacemos demostrando para qué se usó la tecnología. Para los más ricos -el 90% de la innovación está destinada al 10% más rico-, para fines militares –el 70% de las inversiones en ciencia y tecnología en Estados Unidos va para ese rubro- y para las empresas, de las cuales las transnacionales concentran la mitad de los gastos”. Mirando al norte, Dagnino atacó: “Estados Unidos, que es el modelo para muchas cosas, de todo lo que gastan las empresas en I+D, sólo el 1% es contratado de las universidades. Las empresas no se interesan por la tecnología y el conocimiento, sí piden personal calificado y con conocimiento embutido. No se hace I+D porque no es negocio ya que, en gran medida, con la tecnología hay tres negocios: comprar, copiar y robar”. También disparó contra los que creen que los emprendimientos debieran ser económicamente autosustentables: “No hay ninguna empresa en el mundo que pueda subsistir sin el subsidio del Estado, directa o indirectamente, mediante su poder de compra de bienes y servicios”. Por último, concluyó que “la economía solidaria y la tecnología social no son sólo para pobres. Pensamos en algo más ambicioso, a largo plazo. En el mediano plazo sí queremos que el estado compre de los emprendimientos solidarios y para eso es necesaria la tecnología social”. “La tecnología social puede ser la base material de un nuevo mundo posible” La exposición de Hernán Thomas empezó con una aclaración: “Hay diferentes formas de plantear la tecnología social. Para nosotros son formas de diseño, no el artefacto puro”. Por eso el principal desafío es cómo salir del corto plazo, de la resolución de problemas puntuales, y cómo encarar trabajos sistémicos de cambios sociales. En paralelo, planteó que a la habitual pregunta sobre de qué se habla cuando se enarbola la inclusión, o sea, a dónde se deberían incluir, la respuesta debiera ser “en principio, donde la gente quiera incluirse, donde cierto grupo social visualice como deseable. Las nuevas tecnologías sociales deben igualar derechos, generar libertad, dignificar y mejorar la calida de vida”. Thomas retomó parte de lo dicho por Dagnino al criticar los desarrollos no realizados en forma conjunta con sus destinatarios: “Esas cosas no cambian la sociedad. No hay inclusión posible cuando creamos situaciones especiales de inclusión. Generar tecnología para pobres, es decir ‘vas a ser pobre, pero con un gadget que te identifica como tal’”. Frente a esto, identifica dos paradojas: la cristalización de las diferencias, que genera exclusión por otros medios; y que esas soluciones puntuales generan nuevos problemas como el mantenimiento, costos, o qué hacer con los residuos. En paralelo, respecto a las tecnologías, resalta que el funcionamiento de éstas no es intrínseco a los aparatos, sino que es otra construcción sociotécnica. Pensando en el futuro y en las formas de llevar esto a cabo, el tinte político no es nada menor. “Hay una ampliación de los espacios democráticos y de la esfera pública. Cuando dos ideologías se enfrentan, una se impone sobre otra porque su base material de afirmaciones supera a la otra. En ese nivel la tecnología es constitutiva de esa base material. Yo no tomo tecnología capitalista para hacer la revolución, porque te va a meter en capitalismo de otra manera. Estamos pensando en que queremos hacer un nuevo mundo posible, y la tecnología social puede ser esa matriz material del futuro”. Todo esto confluye en un último interrogante: “Si bien estas tecnologías sociales pueden hacer inclusión, el último problema. No sé cómo termina este camino, pero sí se que empieza por acá”. | ||||||||
Dirección de Comunicación y Participación Social |
No hay comentarios:
Publicar un comentario