Algunos dilemas persistentes en la búsqueda permanente de tecnologías apropiadas
* Por Adrian Smith, SPRU (Science & Technology Policy Research), University of Sussex
Traducción de Lucas Becerra y Mariano Fressoli
Cuando se observan las políticas de innovación nacional a nivel mundial, es sorprendente notar la recurrencia de algunas temáticas tecnológicas. En forma creciente, los gobiernos (y entidades del sector privado) buscan sistemas de innovación capaces de explotar tecnologías de información y comunicación, bio-tecnologías, y nano-tecnologías. Diversos países procuran mantenerse cercanos, o acortar la brecha, respecto de una frontera tecno-económica aparentemente universal. Estas tecnologías dominantes constituyen los medios para el crecimiento económico. Cada una significa el surgimiento de plataformas de conocimiento poderosas y aparentemente autónomas, alrededor de las cuales las instituciones nacionales a cargo de las políticas de innovación, las empresas, los centros de investigación, los emprendedores y los ciudadanos, deben forjar vínculos con el objetivo de materializar competencias competitivas promisorias.
Sin embargo, haciendo el esfuerzo de mirar más allá del mainstream, el observador atento notará un permanente e incómodo reclamo proveniente del trasfondo político de las políticas de innovación. Es un reclamo que nutre su propio conjunto de temáticas tecnológicas. Las tecnologías apropiadas, las tecnologías del pueblo (peoples’ technology) y las tecnologías sociales implican la búsqueda de un tipo diferente de producción de conocimiento y de su aplicación material. En contraste con un enfoque que privilegia adaptar las políticas nacionales a las circunstancias de sectores especializados de tecnología, el enfoque de las tecnologías alternativas busca construir políticas de innovación situadas en las experiencias y en las necesidades particulares de las comunidades locales, tales como son articuladas por dichas comunidades. Las instituciones deberían generar vínculos con los conocimientos relevantes en función de la situación local, y dotar de medios a las personas para ganar control sobre todo tipo de desarrollo tecnológico que sea útil para ellos (cualquiera sea el origen de este conocimiento tecnológico).
Por supuesto, los impulsores de las políticas de innovación del tipo mainstream señalan correctamente los beneficios que sus nuevas tecnologías tienen en términos de aumento del empleo y la riqueza. Pero, a medida que las economías emergentes crecen, y los defensores del mainstream buscan en las TIC, la “bio” y la “nano” las tecnologías que aumentaran la capacidad de acumulación en sus industrias, también se escuchan las voces, provenientes de las tecnologías apropiadas, que reclaman por la gente excluida. En lugar de esperar que los frutos del crecimiento se derramen o mejoren las condiciones de vida de la gente, los impulsores de las tecnologías alternativas proponen innovaciones que ayudan a las personas marginadas de maneras más directas e inmediatas. Las consecuencias que emergen de las diferencias entre la innovación impulsada por el mainstream y la menos visible corriente de tecnologías alternativas también las vincula. No es coincidencia que el crecimiento económico de la India y Brasil, dos países que se encuentran comprometidos con políticas de innovación del tipo mainstream, ha sido acompañado por movimientos sociales (y programas sociales) de tecnologías del pueblo (peoples’ technologies) y tecnologías sociales, respectivamente.
Ambas corrientes comparten similitudes con el movimiento de tecnologías apropiadas de las décadas de 1970 y 1980. Sin embargo, la forma como procuran poner a las organizaciones socio-económicas y a la creación de recursos comunitarios en el corazón de estos proyectos es aquello que vuelve tan interesante esta nueva generación; y es quizás también lo que las hace menos propensas a repetir los errores del pasado. Las iniciativas de las tecnologías del pueblo buscan organizar la innovación de la producción y los sistemas de consumo a lo largo de un gran número de poblados, en contraste con el enfoque clásico de tecnologías apropiadas, que se concentra en la tecnología a nivel del poblado. La idea es que una mayor escala puede crear nichos que limiten las presiones político-económicas del capital global, y pueda así facilitar las innovaciones apropiadas para las comunidades de los poblados en sus propios nichos.
En Brasil, la red de tecnologías sociales se ha expandido rápidamente desde su creación en 2005. Esta incluye más de 800 organizaciones, la mayoría en Brasil, pero también en otros países de América Latina e inclusive unos pocos en África (con el apoyo del Gobierno de Brasil y los fondos de responsabilidad empresarial de bancos nacionales y empresas). De acuerdo con la Red de Tecnología Social (www.rts.org.br), el aspecto más importante de la tecnología social es el proceso de desarrollo comunitario que lleva a cabo el proyecto. Es este proceso social el que se encuentra en el centro de la tecnología social: de esta manera se evita la antigua obsesión de las tecnologías apropiadas que, en la búsqueda del artefacto correcto se olvidaba del proceso social. En términos pragmáticos, la Red de Tecnología Social ha desarrollado bases de datos e informes de artefactos de tecnologías sociales, hechos en parte con el objetivo de demostrar la extensión de las actividades a sus financiadores y otros potenciales partidarios del proyecto. Estas iniciativas son reminiscencias de los viejos manuales de tecnologías apropiadas. Pero el propósito principal detrás de las tecnologías sociales es alimentar el proceso de innovación local y generación de capacidades de proyecto a proyecto, y de comunidad a comunidad.
El objetivo de las tecnologías sociales es dotar de recursos a las personas y procurar una transformación social más amplia a través de las capacidades adquiridas durante proyectos puntuales, que luego puedan direccionar la iniciativa en nuevos proyectos a nivel local. En las asociaciones que se forman no solo se trata de lograr que las soluciones inmediatas sean apropiadas localmente. Además, se busca incentivar el trabajo conjunto con vecinos, investigadores académicos, organizaciones de la sociedad civil, instituciones financiadoras, proveedores de tecnología, políticos, etc. De esta forma, se pretende mejorar la capacidad de la comunidad para organizar y resolver nuevos problemas, para desarrollar y aprovechar oportunidades económicas, y movilizar y generar alianzas con nuevos actores. Las competencias de innovación de base (grassroots) son consideradas capacidades económicas y políticas cuyo valor se incrementa a partir de la repetición y la incorporación en redes de proyectos. Las tecnologías sociales no son entonces ni artefactos ni productos estandarizados. Cada proyecto precisa de innovaciones para adaptarse a los contextos locales, y por lo tanto genera capacidades de innovación. Pero, inclusive esta descripción no representa totalmente lo dicho en los párrafos anteriores, donde se señala cómo la tecnología social deliberadamente requiere esfuerzos innovadores locales, ya que es a través de esta que la solidaridad se construye y las comunidades se fortalecen. Como tal, el movimiento de tecnologías sociales aspira a catalizar el desarrollo social en un sentido más amplio y movilizador que otros enfoques de desarrollo de proyectos basados en el aprendizaje (los cuales fueron, en su momento, nutridos por las críticas de las tecnologías apropiadas a una generación anterior de enfoques preliminares para desarrollo de proyectos).
Un ejemplo de tecnologías sociales es el proyecto de recolección de agua de lluvia a partir del uso de cisternas en Brasil. Fue desarrollado por un obrero de la construcción con ayuda de investigadores universitarios. La universidad asesoró respecto de los materiales de construcción y sobre cómo asegurarse que el agua fuera recogida de tal forma que se preservara su calidad. Uno podría imaginarse que el diseño de un sistema estándar fácilmente podría ser difundido como un producto asequible, pero es justamente el proceso de auto-construcción el que forja vínculos en la comunidad y da inicio al proceso social. Este proceso son solo permite una adaptación adecuada, sino que también procura dotar de recursos a las personas. Como consecuencia, el agua ahora “pertenece” a los autoconstructores y no a las empresas de servicios públicos ni al clientelismo de los políticos locales. Quizás esto puede inspirar nuevos intentos de fortalecer la comunidad a partir de nuevos proyectos. Esto es al menos lo que se pretende: experimentar y generar capacidades para la sociedad a la vez. Por supuesto, algunas personas no tendrán intenciones de comprometerse de esta manera, y preferirán procesos de desarrollo diferente que provean acceso a los sistemas de agua ya establecidos. Claramente, la riqueza (redistribuida) y los trabajos generados por políticas de innovación del tipo mainstream pueden también proveer los recursos para implementar estrategias verticales de acceso a (incluso mejores) sistemas de suministro de agua, lo que significa que un enfoque de tecnología social debe probar su valía entre diversas trayectorias de desarrollo posible.
Puede ser difícil persuadir a los encargados de las políticas de innovación tradicional que las tecnologías sociales son una fuente seria de innovación y desarrollo para el país. Pueden persistir las medidas convencionales de innovación orientadas al cierre de la brecha tecnológica. De esta forma, inclusive cuando el Ministro de Ciencia y Tecnología participa como uno de los 15 miembros del consejo de la Red de Tecnología Social, algunos miembros de la Red afirman que es difícil generar mas espacio para las tecnologías sociales dentro en el marco del enfoque mainstream de innovación. Otros ministerios brindan un mayor apoyo en la medida que los resultados de las tecnologías sociales coinciden con sus objetivos, pero esto caracteriza de forma limitada a las tecnologías sociales como una programa social mas que como un medio que, a partir de la construcción y el incremento de capacidades de innovación de base, busca la democratización de la ciencia y la tecnología.
¿Qué implicaría una política de democratización de la innovación? Se podría comenzar a reorientar algunos de los incentivos que limitan las actividades y el compromiso científico en los procesos de tecnologías sociales. Las políticas de innovación en materia de tecnologías sociales podrían funcionar en varios frentes. Esto incluiría capacitar (acción) a los investigadores para materializar el valor adicional (y la satisfacción) de trabajar con comunidades locales, en lugar de concentrar los esfuerzos de innovación exclusivamente en la obtención de publicaciones, patentes y otros criterios internacionales apreciados por los científicos. El apoyo a las políticas de innovación también podría convencer a las empresas que las iniciativas de tecnología social pueden nutrir a sus estrategias centrales de negocios, tanto en términos de desarrollo de productos como de servicios (tales como colectores de agua para otros sectores de la sociedad). Esto significa ir mucho más allá de los programas de responsabilidad empresarial. La política de innovación también podría proveer apoyo institucional para situaciones en las cuales las tecnologías sociales requieran abordar cuestiones relativas a la propiedad intelectual. El ethos del movimiento de tecnologías sociales es generar conocimientos de libre disponibilidad sobre procesos, técnicas y productos, los cuales sin embargo podrían necesitar “protegerse” de estrategias de encapsulamiento realizadas por formas de explotación empresaria más predatorias y obtención de patentes. La Red Honey Bee de innovación de base en la India esta tratando de hacer precisamente estas cosas, a través de un, a veces difícil, compromiso de los activistas con la Fundación Nacional de Innovación. Si se adoptara un compromiso más firme de la política de innovación hacia las tecnologías sociales incluso se podría extender estas lecciones hasta los productores de “alta tecnología”, impulsando el desarrollo de diseños más adaptables a los procesos de las tecnologías sociales y permitir que las comunidades más pobres se involucren en mayor medida en el proceso de desarrollo. El desafío para los nichos de innovación de base es desarrollar una base de recursos de poder que permita movilizar una mayor proporción de las agendas, recursos e instituciones de la política central de ciencia y tecnología. En este punto, las redes, identidades e intereses son cruciales.
El encuentro entre los movimientos de innovación de base y la innovación mainstream presenta retos para ambos lados. Si se pretende ganar algo del apoyo de la corriente de innovación tradicional los partidarios de las tecnologías sociales deberán probar su valor teniendo en cuenta los términos de gestión de la innovación convencional, a pesar que idealmente ellos quieran modificar estos términos. El desarrollo de una base de recursos de poder más amplia para las tecnologías sociales puede significar su redefinición en formas que pierden de vista sus raíces más radicales, y los caminos radicales hacia la democracia tecnológica. La experimentación y los resultados de innovación de las tecnologías sociales necesitan impresionar mejor tanto a los actores que piensan en términos comerciales como a aquellos que apoyan el desarrollo comunitario. Mientras tanto, la política de innovación del tipo mainstream deberá desprenderse de ciertas agendas y recursos, de forma de abrir nuevas direcciones de experimentación para las necesidades de otros. Para mantener un dialogo valioso se requiere la identificación de puntos en común. Por el momento no es claro cuán amplio es el espacio disponible para redireccionar los esfuerzos de innovación hacia objetivos más directos de desarrollo sustentable y reducción de la pobreza. La apertura de este espacio es en sí muy desafiante ya que producirá perturbaciones en la economía política vigente de ciencia y tecnología.
Si el crecimiento de las capacidades de los movimientos de base de las tecnologías sociales fuera capaz de dar forma a una agenda de ciencia y tecnología más plural e igualitaria, entonces algunos de los objetivos del movimiento de democratización de la tecnología que inspiró a los primeros impulsores de las tecnologías apropiadas en el último siglo eventualmente podrían ser alcanzados durante este siglo. Pero en mi opinión, los nuevos enfoques sobre estas viejas preocupaciones revelan que algunos de sus fundamentos permanecen iguales.
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